Imaginería fantástica

La Colección Relatos Sueltos se complace en presentar el nuevo volumen, el relato de horror titulado "El Grito", del escritor Carlos Mauricio Jr, en el que explora los horrores, supersticiones en torno a una de las criaturas pertenecientes a las leyendas prehispánicas: El Ahuitzotl. Las leyendas hablan de una creatura que se esconde entre las sombras y se lleva a las personas arrastrándose hasta el mar, donde las mata para así poder comerlas, o al menos eso es lo que cuentan los aldeanos. En cuanto Iván y sus amigos eligen viajar a una cabaña a pasar las vacaciones ellos se topan un hombre quien les advierte sobre ese misterioso monstruo que se esconde entre las sombras y se lleva a todo aquel vea, dejando un grito como una última señal de vida. Una tonta leyenda que se vuelve realidad en cuanto comienzan a escuchar gritos en las noches. Gritos entre el bosque y la oscuridad. Descárgalo gratis en #Lektu desde Aquí .

Autor: Vladimir Villarreal Colibrí, pequeño puntero guías de mis ojos a donde te veo entre las hojas de alegres flores para ti el néctar, para mí tus colores, no sé si eres negro o eres azul de pequeña magia y fantasía diamante tornasol eres fuente de juventud desde donde tus plumas repelen la luz. Colibrí pequeño vienes en par con tu hermano ave a donde mis ojos están maravillados con la belleza de un ave tan pequeña y tan inquieta cuyas alas nunca vuelven a estar dos ocasiones en el mismo lugar, así es el milagro de la coincidencia: un par de ojos puestos en tu presencia. Prueba de la miel de mi corazón roto la pérdida que me come poco a poco come tú también de ahí donde la pena florece al fin y al cabo algo ofrece la sal de mis sinsabores. Sé quién te envió cual mensajero me alegro tanto cuando te veo, con inmensa paz e inmensa belleza. regrésame un poco a lo que antes era. Gracias por leer este escrito Si te ha gustado este poema y deseas contribuir con un donativo para la publicac

Autor Vladimir Villarreal La sierra amputa tus ramas muertas, vestigios impunes de la vehemente helada, qué importa si el invierno no tuvo clemencia, si hubo o no culpas en la desgracia. Con poca fuerza esperas la primavera haciendo inventario de los daños, no verás en tu forma ya aquel paraguas que dichoso luciste por largos años. A filo de navaja en tu corteza llevas las heridas abiertas aún de la helada, sin ramas recibes las primeras flores, el verano enciende tu copa en fervientes llamas. El esplendor de lo que eras ya no presumes y tu semblante nuevo son puras vainas que cuelgan prosaicas en la amargura de un otoño calvo y de nuevas ramas. Ramas que hoy ya no te avergüenzan, quizás el otro año sí seas paraguas, si el tiempo azota de nuevo no pasa nada probarás que eres tronco que resiste heladas. Gracias por leer este escrito Si te ha gustado este poema y deseas contribuir con un donativo para la publicación de mi próximo libro puedes invitarme un café.

¿Te ha pasado que ves a tu jefe, a través del cristal de su privado, que se despide de unas personas que lo visitaron, lo ves que cierra la puerta y comienza a hacer gestos de olfatear como sabueso. Olfatea a un lado del escritorio, olfatea al otro lado, olfatea cerca del bote de basura, olfatea cerca de la credenza y termina por salir del privado a olfatear. Se acerca a tu lugar y, después de olfatearte, te pregunta si no te llega un olor a podrido, como a basura. Tú le dices que no. Te dice: "De seguro dejó la estela de peste el Arqui 'Sánchez' ahorita que se fue". Tú te ríes con él, pues es tu jefe, además de que en el mundo Godínez siempre te debes reír de los chistes o comentarios "dizque" graciosos de tus jefes. Y se aleja de ti olfateando todo y a todos los que se cruzan con él. Entra de nuevo a su privado y comienza a escribir en el pintarrón y lo ves que acentúa su gesto de sabueso y se acerca el marcador a la nariz para olerlo y de lejos ves que tu

Autor Vladimir Villarreal Espina de rosa erguida con soez egolatría que a mi dedo sin suerte sin buen tino le atina. Espina de falsa percha aunque la flor sea marchita te confundes con una gota y te clavas cual astilla. He de dejarte a la suerte he de mandarte al olvido. ve y busca una mano nueva a la cual mostrarle tu filo. Como clavo traicionero que entre pétalos se oculta es más sincera la gota de la sangre en mi dedo. Espina sigue erguida confundiéndote en los tallos protegiendo a esa rosa herida de las trampas de la vida. De los de manos blandas pero de mañas finas que no saben coger una rosa para ellos son las espinas. Por lo pronto yo no puedo más confiar en la belleza traicionera de una rosa habiendo tanta flor distinta. Gracias por leer este escrito Si te ha gustado este poema y deseas contribuir con un donativo para la publicación de mi próximo libro puedes invitarme un café.

Autor: Vladimir Villarreal. Viviendo razo muy lejos del cielo, buscando el reflejo de un alma en vuelo en las sombras secretas de una banqueta opaca, ardiente, ansiedad que inquieta, que de camino arrastro mis ojos al suelo, donde un regalo de oro a mi paso veo, de un ala del angel que sentir yo anhelo, al menos un motivo en este flagelo. La mirada enjaula un largo suspiro que se corta entero en el brillante filo del aire que deja caer el último brío de los hombros cansados de soportar a una roca que arrastra su cuerpo frío, quizás una pluma haya en el mismo camino, un pedazo del cielo, niño que mecer ansío, detén el aire, que se vuela, Dios mío. Una mano trémula sobre una cadena que ata el segundero a la tristeza eterna de un columpio hueco que no ha de empezar en un parque lleno de esperanzas muertas, la canastilla desierta en que nadie se sienta, día que inicia el verano y también mi invierno una pluma blanca cayó a mi encuentro en una tarde fría de un pecho ardiendo. "Para mí