Si no fuera por el Gabo
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En los casi dos años que tiene esta página he narrado algunas anécdotas en son de nota, en son de cuento, en son de reseña o quizá en son de todo, de nada o de lo que sea. Algunos pensarán que el escrito del elefantito suelto por la Macroplaza es ficción, o aquél legendario monedazo en la maceta de Fito Páez, pero no es más que producto de un estracto de mis anticipadas y prematuras memorias que a veces piden a gritos ser escritas. Ya lo decía Gabriel García Márquez en su libro "Vivir para contarla", "La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla". Así me viene a la mente la primera novela que leí en mi vida, a una edad muy tardía para comenzar a leer, con una frase que me dejaría marcado de por vida, una frase que sirve de ejemplo de cómo se puede (o quizá cómo se debe) empezar a narrar una historia, "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aque