UN MEXICO FELIZ... Educación y democracia en México…
(Fragmento de ensayo)
(Parte 2)
Decimos que la educación primero se da en casa y por más que difiera en cuanto a sus métodos y resultados no podemos negar que en todas las casas de México debe haber una base en común. Ya que como ciudadanos estamos regidos por un mismo marco político y jurídico, sabemos que tenemos los mismos derechos y obligaciones, y que la conciencia en cuanto a ello nos conlleva a las mismas consecuencias que dicta la ley, dicha ley en teoría nos resume que es para todos los mexicanos, sin distinciones.
Salvo por la fracción I del artículo 3º de la Constitución que dice que la educación que imparta el Estado “…será laica y, por lo tanto, se mantendrá por completo ajena a cualquier doctrina religiosa.” Y sobre la educación impartida por los particulares en el inciso “a” de la fracción VI dice: “a) Impartir la educación con apego a los mismos fines y criterios que establezca el segundo párrafo y la fracción II…” (No dice nada sobre apegarse a lo que establece la fracción I), podemos darnos cuenta que la religión podría ser un factor muy significativo para que podamos encontrar diferencia en los resultados de la educación en México. Pero independientemente de si se estudió en una escuela del Estado o en una particular, o en una laica o religiosa, la educación en México trata de tener los mismos fines en cuanto incorporar la democracia a la vida diaria, nuestra constitución lo contempla como parte de la educación al citar en la fracción II, inciso “a” que la educación: “a) Será democrática, considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural.” Dicho artículo 3° contempla también la cultura cívica: “c) Contribuirá a la mejor convivencia humana, tanto por los elementos que aporte a fin de robustecer en el educando, junto con el aprecio para la dignidad de la persona y la integridad de la familia, la convicción del interés general de la sociedad, cuanto por el cuidado que ponga en sustentar los ideales de fraternidad e igualdad de derechos de todos los hombres, evitando los privilegios de razas, de religión, de grupos, de sexos o de individuos.” Y también se habla de fomentarla, pues muchas veces no basta con que se contemple.
Para poder fomentar la cultura cívica y la democracia primero debemos tener claro que más que entender la una o la otra como un fin mismo al que se deba llegar, debemos vislumbrar ambas como un medio por el cual alcanzar ciertos fines que como sociedad un Estado se traza, ya que sería vano decir que la plenitud se alcanzará el día que lleguemos a (o quizá debí decir logremos) la democracia mediante una buena participación colectiva basada en una excelente cultura cívica. O dicho al revés (por aquella paradoja del huevo o la gallina) que mediante una democracia se logre una excelente cultura cívica. Salgamos a la calle y preguntemos al primero que pase caminando ¿Qué es lo que más desea para México? No sabemos exactamente lo que respondería, pero sabemos que existen muy pocas probabilidades de que una persona que camine en la calle, detenida al azar, quién represente al mexicano promedio, conteste que desea que reine la democracia, sería más sensato fingirnos adivinos y acertar en las apuestas contestando cosas como: que no haya niños con hambre, que quiten la tenencia, que haya más y mejores empleos, y en muchos de los casos, que la selección gane el mundial. Veríamos que dichas respuestas serían en su mayor parte quejas a problemas cotidianos a los que se enfrenta nuestro peatón X y que para enfrentar dichos problemas existe una herramienta llamada democracia, la cual sería el medio más adecuado de resolver los problemas comunes de la sociedad, ya que actuando de una manera democrática las soluciones serían también comunes, siempre y cuando se trate de una democracia bien llevada. Y para lograrlo tendríamos que señalar también a la educación como un medio con el cual alcanzar una cultura ciudadana, que ésta naturalmente, llevaría integrada de una manera intrínseca la enseñanza de la democracia como forma de vida, como ya lo decía Manuel J. Clouthier: “La democracia es como el amor, hay que hacerlo todos los días”.
Ya vimos que teóricamente la educación nos proporciona una herramienta para la democracia, para saber con qué potencial contamos como nación para alcanzarla tendríamos que analizar algunos indicadores estadísticos, según el Conteo de Población y Vivienda 2005 del INEGI, de 68,802,564 de habitantes en México de más de 15 años de edad, el 90.1% tiene aprobado algún grado de educación básica, es decir, ha tenido contacto con dicha educación que la Constitución pregona que fomenta la democracia, si bien, sabemos que quien haya salido de la primaria no cuenta con las facultades óptimas para considerarlo maduro en cuanto a una conciencia democrática (y perdón por desmentir la fracción II, inciso a, del artículo 3° de la Constitución), menos lo sería si se hablase de una conciencia política, porque en México la manera más importante con que evaluamos la democracia es con el sufragio, suficiente razón por la cual votar significa mucho más que trazar una cruz en una boleta. De este 90.1% me gustaría restar un 17.7% que sólo cursó la primaria, más un 14.3% que no la terminó siquiera, donde a muchos de ellos apenas se les puede considerar que saben leer y escribir, dándonos como resultado un 58.1% comprendido entre los habitantes con secundaria incompleta y grados mayores de educación, siendo optimistas diríamos que este grupo sería quien mejor comprendiera los problemas sociales que se viven en México. Ahora bien, el padrón electoral está comprendido sólo por mayores de 18 años, de los cuales no todos forman parte de este 58.1%, dando un vistazo en las estadísticas de votación emitida para elegir presidente de la república Mexicana en las pasadas elecciones del 2006, vemos que la participación porcentual en votos fue de 58.2%, extrañamente coincide muy de cerca con el porcentaje de habitantes con secundaria completa y más niveles de educación. Haciéndonos suponer que en nuestro país el nivel de educación está ligado con el grado de participación electoral. Deduciendo mediante estos indicadores que la mayor traba para que un país crezca democráticamente es la ignorancia y el analfabetismo.
Pero aunque indudablemente el sufragio es un logro y a la vez una incuestionable condición para poder ejercer la democracia, el sentido de ésta es más que un voto emitido, y el fin es lo que se quiere alcanzar por medio de este voto, que debiera ser más que sentar en la silla presidencial y en las curules a los candidatos de nuestros intereses particulares, reiterando lo ya antes dicho, no sólo me refiero a poder resolver mediante la democracia los problemas a que se enfrenta el país, sino poder prevenirlos, logrando llevar una armónica convivencia ciudadana, pero sobre todo, que esta armonía y estabilidad cívica prevalezca. Pero para que ello suceda primero habría que alcanzarla. Y para alcanzarla habría que gozar de una conciencia ciudadana capaz, constituida por el cabal conocimiento de los derechos y obligaciones de los ciudadanos, identificando al Estado como responsable directo de su reconocimiento, y plasmando la política y el conjunto de leyes necesarias ideales para la realización de ciertos derechos en ordenamientos concretos. Y para gozar de esta conciencia ciudadana primero habría que educar a la población, asegurándole un reconocimiento total de su identidad, de dónde venimos, dónde estamos situados y a dónde vamos como ciudad, como país y como conjunto de personas interrelacionadas, para poder generar verdaderas posibilidades de desarrollo, porque la población somos todos, y el indicador que nos dice sobre nuestro futuro es el promedio presente de las acciones de todos como ciudadanos.
Aunado al esfuerzo y compromiso que como mexicanos debemos tener en cuanto al fomento de nuestra cultura cívica y democrática están las instituciones, ya sean gubernamentales o no gubernamentales. Dentro de una educación básica, la SEP (Secretaría de Educación Pública) se ha encargado de jugar el papel protagónico de la educación impartida por el Estado de la que habla la Constitución, contemplando este tema como materia bajo el nombre de Civismo. Existen otros organismos, como el INEA (Instituto Nacional para la Educación de los Adultos), que es una institución descentralizada de la Administración Pública Federal, con personalidad jurídica y patrimonio propio, creada en 1981. Su finalidad es la misma que la SEP, proporciona los servicios de educación básica: alfabetización, primaria, secundaria y educación para la vida y el trabajo, también tiene el propósito de preservar la unidad educativa nacional pero con la diferencia que aquí la educación básica es para personas jóvenes mayores de 15 años y adultos, y garantizando que ésta se acredite y se certifique con validez en toda la República.
Como apoyo a dichas instituciones también existen otros proyectos por parte de organismos gubernamentales como el CONAPO (Consejo Nacional de Población), cuya misión, además de regular los fenómenos que afectan a la población nacional en cuanto a su demografía, también incluye una política de población cuyo objetivo principal es el de contribuir a que la ciudadanía participe justa y equitativamente de los beneficios del desarrollo social y económico. Y trata de lograr una mejor educación cívica contribuyendo a planear de una manera dinámica lo que llama “Educación de Población”, de acuerdo a las exigencias que ya se tienen y que están por venir a nuestra realidad demográfica. Tan sencillo como su propio nombre lo dice, el CONAPO trata de educar a la población con respecto a problemas generales, eventos que aunque aislados en un principio no dejan de ser comunes y llegan a convertirse en un problema que aqueja a una población entera. Un ejemplo sería citar que hace más de treinta años la población de nuestro país tenía un crecimiento muy por encima al que se tiene hoy en día, el índice de crecimiento anual era de 3.4%, es decir, que para la cantidad de habitantes que tenía México en los 70’s la población se duplicaba en tan sólo 25 años, y de seguir así sería lo mismo para los próximos 25 años, este fue el primer reto inmediato al que se enfrentó el CONAPO desde su comienzo en 1974, por lo que desde 1977 junto con el Plan Nacional de Planificación Familiar, se lanzó el Programa Nacional de Educación Sexual, buscando capacitar y formar a la población hacia una reproducción moderada y responsable. A raíz de ello, entre 1980 y 1988, surgieron nuevos planes como el Plan Nacional de Desarrollo, el Programa Nacional de Población y el Plan Nacional de Educación en Población, fue entonces que de esta manera se llegó a la educación escolar y extraescolar así como también colaboraron los medios de comunicación. Ahora, después de treinta años, viendo los números brindados por la INEGI podemos sacar nuestras propias conjeturas y ver que de 48,225,238 de habitantes que había en 1970 pasó a 91,158,290 de habitantes en 1995 (25 años después de la fecha en que estadísticamente estamos partiendo), es decir que prácticamente también casi se duplicó la población, ya que su crecimiento fue de un 89.02%. Viendo números recientes sabemos que la población en México es de 105,790,725 de habitantes a la primera mitad de 2007, es decir que ha crecido un 16.05%, muy por debajo del 50% de incremento que se hubiera tenido proyectado para los mismos 12.5 años de seguir con el índice de crecimiento que se tenía en 1970. Y según proyecciones del CONAPO para el 2020 se tiene contemplada una población de 115,762,289 de habitantes en México, un 9.42% de incremento a partir de la segunda mitad de 2007. Aún más por debajo del 50% que se tendría proyectado según el índice de crecimiento del 3.4% anual, sumando en dichos 25 años el incremento de 1995 al 2020 sería de sólo 25.89% cuando hace más de treinta años se tuviera considerado que nuevamente se duplicaría la población nacional. Esto me crea algunas conclusiones con respecto a la baja del índice de crecimiento de la población del 3.4% al 1.00% anual en los últimos 37 años, podríamos suponer que se debe al cambio en la educación que se dio a partir de principios de los años 80’s con los programas ya mencionados de planificación familiar y educación sexual. Me permito decir con orgullo que dichos cambios han dado resultados exitosos puesto que los niños que a partir de principios de los 80’s comenzaron con su educación básica (enriquecida a raíz de una problemática de excesivo crecimiento demográfico a mediados de los 70’s), hoy en el 2007 son los ciudadanos maduros de una buena conciencia de planificación y educación sexual que ha logrado disminuir en un 70.58% el índice de crecimiento anual. Y si en 1995 no hubo notables cambios fue porque los jóvenes más grandes de esta generación apenas contaban con un promedio de edad de 16 años.
Dejando a un lado la educación básica, otros organismos no gubernamentales, contribuyen en el fomento de la educación cívica. Un ejemplo es el IFE (Instituto Federal Electoral), que Desde sus inicios se interesó en elaborar fuentes de apoyo en materia de educación cívica. En 1998, presentó un primer documento nombrado Horizontes de la Educación Cívica en México. En Este documento establecía un marco estratégico y de horizonte que tenía el IFE para las acciones de educación cívica, claro que denotando prioridad a una formación cívico-electoral, enfatizando este esfuerzo a la planificación de estrategias para la capacitación electoral. Pero para contribuir en elevar la calidad de la democracia en México, en el 2004 lanza el Programa Estratégico de Educación Cívica 2005-2010, con el objetivo principal de promover entre los ciudadanos la participación en el ámbito público concibiéndolos como los actores principales de la democracia. Dicho documento fomenta de una manera cabal el entendimiento explicito de los conceptos necesarios para comprender la democracia desde su mayor expresión, y no sólo como un baluarte para conseguir la participación ciudadana en el terreno electoral, sino difundiendo la idea de la democracia con un espíritu más místico y humanista, y hasta dotándolo de un sentido romántico, que nos crea conciencia enseñándonos que no podemos prescindir de ella ni negar su existencia en el aire mismo, ya que la democracia se expresa en muy distintas formas y la persuasión de ella varía con respecto a las diferencias marcadas en la sociedad. Podríamos decir que en un lugar la democracia no es la indicada y que en otro quizás es mejor, mas no podemos asegurar que no la existe o que es perfecta, mientras siga habiendo diferencias tan marcadas entre las personas que conforman una sociedad. El Programa Estratégico de Educación Cívica 2005-2010 tiene como fin primordial formar personas; consolidar el desarrollo de conocimientos y competencias cívicas, así como los valores morales, incrementar la capacidad de pensamiento crítico y la sensibilidad a los sucesos que aquejan el medio social, y que las personas sean capaces de aplicar esos conocimientos en la participación política, tomando postura en el dialogo y en el ejercicio responsable de sus derechos y obligaciones, con un alto sentido de la justicia y la legalidad, para poder conducir la ley de manera que haya equidad en los miembros de toda la sociedad. En conclusión, fortalecer un proceso educativo integral que contemple a la persona como ser moral y como herramienta práctica para alcanzar los fines que persigue tanto esta como cualquier otra filosofía o programa educativo, y cuya meta sea el desarrollo de la conciencia autónoma y el ejercicio responsable de la libertad.
Esta estrategia está nutrida por varios conceptos entre los cuales podemos resaltar el enfocar la participación de promover la transparencia y rendición de cuentas, que los ciudadanos estén informados de lo que pasa dentro de los organismos gubernamentales, esto muchas veces nos lo facilitan los nuevos medios de comunicación, como lo es el Internet, ya existen portales donde se pueden consultar datos, como lo son las nóminas o los presupuestos de gastos. Otro concepto necesario de promover es la importancia de la participación democrática por medio del voto, haciendo entender a la ciudadanía que más que una obligación es un valor que podemos tener y como mismo, hacer valer esa práctica, y por tanto que forma parte de las prerrogativas que nos ofrece la Constitución en el artículo 35° que nos señalan que: “Son prerrogativas del ciudadano;
I. Votar en las elecciones populares;
II. Poder ser votado para todos los cargos de elección popular y nombrado para cualquier otro empleo o comisión, teniendo las calidades que establezca la ley;
III. Asociarse individual y libremente para tomar parte en forma pacífica en los asuntos políticos del país…” Por lo mismo se contempla el preparar a los niños y jóvenes para el ejercicio de su ciudadanía y esto incluye fomentarles también a ellos la importancia del voto como un valor. Dentro también de la estrategia, otro menester importante es el de consolidar al IFE como una institución formadora de ciudadanos, para lo cual, antes se tendría que incrementar mayor esfuerzo en fomentar en la ciudadanía la confianza a nuestras instituciones, tener la plena confianza de que organismos como el IFE y la CEE (Comisión Estatal Electoral) gozan de total autonomía y que el propósito principal de su existencia (ya no hablando de promover valores ni cultura cívica) es el de regular y mediar la legalidad de los comicios, ya que es una institución movida en su base por ciudadanos imparciales y ajenos a los partidos políticos existentes. A su vez, para el buen manejo de estas instituciones debe existir la obligación de tomar en cuenta las demandas de los partidos políticos para que se puedan llevar a cabo unas elecciones claras y siempre bajo consenso de sus representantes. Para crear esta conciencia en las personas, el IFE busca fortalecer su capacidad de educar dentro del ámbito del civismo, por lo cual es de suma importancia que organismos como la SEP, den cabida dentro de sus planes de estudios a los programas creados por expertos profesionales en la materia como son los proyectos del IFE y trabajen en mancuerna por una mejor educación cívica en México, ya que si en su momento funcionó con el incremento en la educación sexual y la planificación familiar, no veo la razón por la cual en cuestión de democracia no podamos dentro de 25 años estar viendo resultados parecidos a los que estamos viendo ya con el descenso del índice de crecimiento anual en la población y que en mucho se debe al esfuerzo de organismos como el CONAPO y los medios de comunicación.
Agosto de 2007.
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