Rumbo al nuevo Centro
Este artículo aparece en el periódico El Norte, en la sección Opinión (desde el blog), el día jueves 31 de Julio de 2014.
Por Vladimir Villarreal
El Centro de Monterrey, una zona víctima y testigo del dinamismo del tiempo, que si bien en cuatrocientos años ha sufrido una trasformación cíclica de la mano de su gente, hoy se muestra insegura, indecisa a esta etapa de transición urbana, y mientras, centenares de edificios abandonados aparecen como fantasmas cada día manchando la imagen que en otros tiempos atraía a las familias en domingos de paseo.
El estado de abandono y deterioro en que se encuentra actualmente el Centro de Monterrey es producto de la manera horizontal en que ha crecido la mancha urbana en los últimos 30 años, que analizado hoy en día, carece de criterio de sustentabilidad, al desviar la inversión de infraestructura de cabecera hacia la periferia, al punto de no ser ya tan factible, entre más se aleja la zona de casa habitación y surge la necesidad de crearle equipamiento urbano, se incrementa el costo de llegar los servicios, y por otro lado, se reduce la necesidad de acudir al Centro, relegándolo al olvido.
Si hace 30 años querías ir al cine tenías que ir al Centro, hoy no quedan cines en el Centro, pero si quedan sus fantasmas, un Cine Monterrey que luce tenebroso, que por casi 20 años pagó la presencia de un velador sólo para proteger una valiosa fachada Art Decó de los indigentes y vándalos; Un Cine Reforma que hasta hace poco mostraba un mural rotulado a brocha con la película del grupo Bronco; los Cines Lírico I y II, que por muchos años nos han acostumbrado a la lúgubre experiencia de contemplar la osamenta de sus butacas apelmazadas entre el pórtico y el barandal.
Hay otro deterioro a causa del olvido del Centro, que no es el material, es el deterioro moral que sufren los inmuebles de antaño, si le seguimos con los cines, ejemplo de construcción para esparcimiento familiar, nos topamos con casos de pantallas que hoy en día sólo proyectan cine pornográfico, como el Cine Aracely, el Cometa y el Chaplin, los tres en el primer cuadro de la ciudad. Sin contar los sectores que han adquirido identidad de zona roja, como la calle Villagrán y sus Tables Dance, donde como en la canción de Café Tacuba “No se apagan nunca aquí las grandes luces, amanece y nunca nadie se das cuenta”, llevándose de corbata algunas calles aledañas con su avalancha de prostitución e inseguridad.
Mucha gente que vivía en el Centro ha muerto dejando intestadas casas cuyos muros de adobe han cedido a la naturaleza y nos enseñan sin pudor ruinas de paredes perimetrales sin losa. Vemos edificios de más de cinco pisos abandonados, algunos no pasan un peritaje estructural para ser habilitados nuevamente, o sus dueños carecen de recursos económicos para reactivar ese terreno. Naves que en otro tiempo sirvieron de bodegas y fábricas, ahora son huacales de semblante triste y vidrios rotos.
La solución y contrapeso al abandono gradual del que ha sido víctima el primer cuadro de la ciudad, junto con algunas colonias colindantes como La Terminal, La Moderna, La Independencia y Fabriles, se ha detonado con el boom de los edificios verticales de residencias y usos múltiples, ahora la idea es aprovechar la infraestructura existente del Centro y enfocar la inversión a éstas zonas. Edificaciones como La Capital, El Semillero y Pabellón M, entre otros, son muestra de la regeneración urbana que se pretende y que afecta de manera positiva en su entorno, estimulando el mejoramiento del comercio vecino, ya sea para competir o simplemente para no desentonar, brindándole nueva plusvalía a las calles que hoy muestran deterioro y convirtiéndolas en áreas de oportunidad.
30 Julio 2014
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