EL HOBBIT... la fantasía está de manteles largos
La ficción y la fantasía están de plácemes, el 14 de diciembre será el estreno en México de la primera parte de El Hobbit, la cual han titulado “Un viaje inesperado”. El hecho de que sea Peter Jackson quien haya realizado esta esperada entrega es garantía del fenómeno cinematográfico que nos espera en los cines dentro de tres semanas.
Lo bueno: Más que una precuela del Señor de los anillos, más que ver a un joven Bilbo Bolsón ganarle el anillo a Gollum, es la oportunidad de ver nuevamente en pantalla grande la recreación de los mágicos mundos que conforman la vasta literatura de J. R. R. Tolkien, además de personajes de la Trilogía de LOTR como enanos, hobbits, elfos, trolls, etc. Se hacen esperar personajes como el dragón Smaug, el Oso Beorn, además de los trece enanos que acompañan a Bilbo, o más bien Bilbo a estos, en la aventura por recuperar el tesoro y el reino de Erebor de las garras del dragón Smaug.
Lo malo: Nos seguimos preguntando cómo es que de un libro tan pequeño, escrito para niños, puedan salir dos partes, incluso al principio se hablaba de una trilogía. Aún quedan muchas incógnitas como: en qué parte de la trama se justifica la reaparición de algunos personajes que no forman parte de la novela, los cuales ya se vienen comentando desde comienzos del rodaje de la película, y algunos otros ya aparecen en los Trilers como Frodo, Légolas, Galadriel y Saruman.
Hay que confiar en el gran talento de Jackson, para que no se sienta como una forzada obra extendida para sacarnos dinero durante dos inviernos en vez de uno, esperemos que no sea el caso de Amanecer, última parte de la saga Crepúsculo, en la que ridículamente parten la película en dos, aunque en la primera sólo se muestre una boda de 40 minutos, una luna de miel de otros 40 minutos y los últimos 40 minutos se trate de una lenta (obviamente forzada) introducción al desenlace que nos muestran hasta un año después.
Sin anticiparnos a ciertos prejuicios, más vale llegar al cine con la mente abierta y confiando en ver una película que nos cautivará de principio a fin, que nos hará esperar la siguiente entrega tal y como ya nos pasó con otras espectaculares sagas de culto como Matrix, Narnia, LOTR, o la mismísima Star Wars.
Lo bueno: Más que una precuela del Señor de los anillos, más que ver a un joven Bilbo Bolsón ganarle el anillo a Gollum, es la oportunidad de ver nuevamente en pantalla grande la recreación de los mágicos mundos que conforman la vasta literatura de J. R. R. Tolkien, además de personajes de la Trilogía de LOTR como enanos, hobbits, elfos, trolls, etc. Se hacen esperar personajes como el dragón Smaug, el Oso Beorn, además de los trece enanos que acompañan a Bilbo, o más bien Bilbo a estos, en la aventura por recuperar el tesoro y el reino de Erebor de las garras del dragón Smaug.
Lo malo: Nos seguimos preguntando cómo es que de un libro tan pequeño, escrito para niños, puedan salir dos partes, incluso al principio se hablaba de una trilogía. Aún quedan muchas incógnitas como: en qué parte de la trama se justifica la reaparición de algunos personajes que no forman parte de la novela, los cuales ya se vienen comentando desde comienzos del rodaje de la película, y algunos otros ya aparecen en los Trilers como Frodo, Légolas, Galadriel y Saruman.
Hay que confiar en el gran talento de Jackson, para que no se sienta como una forzada obra extendida para sacarnos dinero durante dos inviernos en vez de uno, esperemos que no sea el caso de Amanecer, última parte de la saga Crepúsculo, en la que ridículamente parten la película en dos, aunque en la primera sólo se muestre una boda de 40 minutos, una luna de miel de otros 40 minutos y los últimos 40 minutos se trate de una lenta (obviamente forzada) introducción al desenlace que nos muestran hasta un año después.
Sin anticiparnos a ciertos prejuicios, más vale llegar al cine con la mente abierta y confiando en ver una película que nos cautivará de principio a fin, que nos hará esperar la siguiente entrega tal y como ya nos pasó con otras espectaculares sagas de culto como Matrix, Narnia, LOTR, o la mismísima Star Wars.
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