La bola de metal (minicuento)

Autor: Vladimir Villarreal.


Nadie logró advertir la pequeña bola de metal que cayó del cielo, justo en la cancha, en pleno partido de futbol, de no ser por el hundimiento que dejó, que pudiera llamársele cráter, se confundiría con el balón, de cerca se lograba apreciar el color brillante y azulado, distinto al blanco del balón, de todas maneras, un jugador estuvo a punto de patear la bola metálica.
El árbitro tuvo que detener el juego, ya que el impacto causó un trueno que asustó a los jugadores que se encontraban más cerca, y sólo unos segundos bastó para que todos los jugadores se congregaran en derredor del pequeño artefacto.
Cuando uno de ellos estuvo a punto de tocar la cubierta de aquel objeto esférico, éste vibró y emitió un ruido, razón por la que el jugador echó un brinco hacia atrás, cayendo de sentón.
La esfera comenzó a fragmentarse, unas partes de la cubierta se deslizaban dejando un vano que dejaba ver hacia un hueco del cual salía un vapor frío, similar al que sueltan en los espectáculos.
De entre el vapor salió una figura humanoide, de tamaño diminuto, debió medir aproximadamente 30 centímetros. Con sus pequeñas manos se impulsaba del borde de la ventana que se formó, para salir por completo de la esfera.
Ya estando afuera, parada entre el reguero de tierra y pasto, volteó a ver las caras de los jugadores y preguntó: "¿Dónde está su líder?". Al momento se abrió paso entre varios jugadores un jugador con la banda de capitán en su brazo, al mismo tiempo que su homólogo del otro equipo se acercaba también al pequeño ser que preguntaba.
Ya que los reconoció, y que ellos dijeron que uno era el capitán del equipo local y el otro del visitante, cosa que no pareció importarle mucho al hombrecito, este ser miniatura habló, en un español perfecto, con cierto acento irreconocible: "Vengo de otra galaxia, soy mensajero, sólo vengo a advertirles que a las personas de mi planeta nos interesa habitar el suyo, pero no estamos dispuestos a compartirlo, venimos a reclamarlo".
El capitán del equipo local no pudo contener su risa, acto seguido, el extraterrestre sacó algo que parecía ser un arma y disparó un halo de luz muy fino, pero capaz de cortar la cabeza del jugador de un solo tajo. El portero del equipo visitante, por instinto, levantó un pie y aplastó de un pisotón al hombrecito.
De un momento a otro, miles de esferas metálicas aparecieron en el estadio, suspendidas a diferentes alturas. La gente corría a todos lados asustada, miles de rayos cortaban extremidades de los humanos, los policías trataban de disparar a las esferas. Algunos dicen que ese fue el primer encuentro entre las dos razas, y el inicio de esta interminable guerra entre cientos de planetas.

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