Contraseña (Minicuento)

Autor: Vladimir Villarreal




Entre sueños escuchaba algunas palabras que se confundían con la voz del hombre que trataba de venderme un producto. Recuerdo que el hombre en mi sueño me tocaba un hombro tratando de empatizar, al mismo tiempo que sentía que alguien, afuera del sueño, me sacudía despacio, con cuidado, tratando de no despertarme bruscamente.

Al cabo de unos segundos consiguió despertarme. Yo, lejos de reaccionar con estupor, me encontraba todavía en el limbo de cuando no se tiene la certeza aún de si se está despierto o se está dormido.

La silueta que estaba frente a mí, de un hombre robusto, me dio tiempo de acoplarme a la realidad, mientras seguía diciendo con voz muy baja, a manera de susurro, la frase que segundos atrás lograba colarse en los últimos vestigios de mi sueño. 

―Señor ―me decía el hombre, mientras seguía sacudiéndome despacio de los hombros―, disculpe que lo despierte ―después agregó―, primero que nada, "buenas noches". 

―Buenas noches ―contesto yo, más por instinto que por educación, mientras que mi pupila se dilataba dejándome reconocer los contornos de algunos objetos de la habitación, además de la silueta del hombre que llevaba puesto un pasamontañas. 

―Disculpe el atrevimiento pero, ¿Pudiera ser tan amable de proporcionarme su contraseña para conectarme al Wi-Fi? Se me acabaron los datos y necesito hacer una publicación en mi estado de Facebook de manera urgente. 

Sin dar crédito a lo que estaba escuchando, pensé que se trataba de un sueño dentro de otro sueño, en el cual había despertado. 

―¿Perdón?, no comprendo. 

―Disculpe, le explico, me llegó un mensaje SMS diciendo que mi bisabuela se puso mal, la llevaron de urgencia a la clínica, pero ahí solicitaron donadores, no de cualquier tipo de sangre, sino de la de mi bisabuela, ya que es la menos compatible, ella tiene sangre tipo O negativo, y aunque ella pudiera donarle a cualquier persona, a ella sólo le puede donar otra persona que sea tipo O negativo. Así que necesito hacer una publicación en Facebook, y otra en Twitter para solicitar donadores. 

―¿O negativo? ―Pregunté incrédulo. 

―Así es, y necesito también pedir un Uber, me da miedo salir ahorita, hay muchos ladrones sueltos. 

―Vamos, se la dicto, anote: "M900DCB596B52" ―el hombre escribió en su celular con mucho cuidado. Envió sus publicaciones, pidió su taxi, y se sentó a esperar en una silla que tengo frente a mi cama. Minutos después se escucha un claxon, el hombre se levanta y antes de salir de la habitación, lo detengo. 

―Sólo una pregunta, señor, para salir de dudas, ¿Es usted un ladrón? 

―Ay señor, con la pena, pero sí lo soy. 

―Tome del peinador uno de mis relojes, el Casio de resina, para no mandarlo a casa con las manos vacías, ya que bastante es la angustia que debe estar pasando por su bisabuela. 

El hombre cruzó el umbral de la habitación y desapareció en la oscuridad de la noche.

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