Muro de los lamentos (minicuento)

Autor: Vladimir Villarreal



Que no debo hacerme menos ante los demás, es fácil decirlo cuando a ti te ven con respeto. Yo, en cambio, incluso me siento un homenaje a la insolencia, a la irreverencia, a la anarquía y a todo lo que signifique una falta de respeto.

Ahí está Berlín con su positivismo, "no te deprimas, ya ves conmigo, por muchos años fui odiado, ahora los pocos pedazos de mí son monumentos". Yo nunca he sido importante, ni siquiera para ser odiado ni citado en los libros de Historia.

A mí me tocó la peor parte, no hay día en que no orinen sobre mí, no importa la hora que sea. Tengo tantas rayadas con grafiti que parezco payaso. Si se trata de cosas realmente feas también me incluyen, la otra noche tuve que presenciar cuando unos borrachos violaban a una chica. Vienen a aventar cadáveres aquí, si no es que aquí mismo los matan. Todo huele a basura, habiendo tanto lugar, a mí me vino a tocar un contenedor, justo recargado en mí, que sirve muy bien de escondite para que haya quienes entren a defecar.

¿Por qué no fui un muro de iglesia? A donde acudan todos a rezar, no importa que tenga que soportar el sonido de las campanas. ¿Por qué no fui un muro de escuela?, donde se quede el eco de los niños cantando las tablas de multiplicar. Incluso, hubiera preferido ser el muro de una habitación de un hospital psiquiátrico, tendría vestiduras acolchadas.

Sin embargo, soy el inmundo muro de un callejón de un barrio bravo, escenario perfecto para cosas malas. Así seguirá siendo, mientras que la gente no cambie, nada de lo que aquí sucede cambiará.

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